Se aproxima el final,
y al igual que hay noches y noches, hay azoteas y azoteas,
hoy pude cenar en una de las más bonitas de la ciudad, la de mi vasca favorita,
comiendo un kebap mirando las estrellas, en la mejor compañía
sobre la calle que tantos recuerdos guarda . . .
Y sentirte verdaderamente afortunada por poder estar viviendo esta experiencia.
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