y es inevitable sentir el calor de Managua en sus acogidas, en mis mejores veranos ahorita estaría aterrizando allí, absorbiendo cada soplo de aire desde que la azafata nos da la bienvenida a ese maravilloso país, buscando las maletas mientras veo que tras la cristalera se amontona una veintena de personas que forman mi familia.
Y afuera llueve, lluvia tropical, pero hace mucho calor, y sus gentes llenan todo de color, y aquello es otra historia, se juega en otra liga...
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