sin haber recorrido una y mil veces sus barrios más antiguos, (posiblemente en la última visita encuentres una tetería majestuosa que te puede sorprender con una cueva incrustada en su más profundo interior)
sin haber ido de tapas por los lugares más cool y por los más tiraos,
sin haber asistido a festivales de flamenco previstos y de improviso, porque ambos te dejarán anonadadx,
sin haber probado a sus gentes,
sin haber soportado la calima que el duende hace más llevadero,
sin haber intentado conocer al mayor número de gente posible,
sin haber absorbido y aprendido de todo lo que te hubiese ocurrido desde el minuto uno,
sin llevarte buenas y grandes amistades,
sin mil anécdotas que contar,
sin pena ni ganas de volver,
sin hacer un balance en el que el año ha sido redondo,
sin haber dicho un martes 'Veeeengaa andaaaaa, el monólogo y me vengo' y que te diesen las ocho de la mañana con todo el elenco desayunando como quien va a clase,
sin haber sentido ganas de estar en un Colegio Mayor (ahahá),
sin haber bailao y cantao flamenco,
sin que el sabor a 'seacabaelaño' te produzca alegría por lo que queda por venir en los últimos días,
sin que en el día de las Cruces te enamorases,
sin haber deseado un mantón bordao a manos de los que pasan las tres cifras,
sin haberte colgao una flor en el pelo en época de Feria,
sin haber gastado más de diez horas en un mismo día en el queridísimo Aulario,
sin haber conocido (al menos) a una persona de cada provincia que compone la comunidad,
sin haber asistido a sus carnavales más famosos.
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