Mario, Las Azucenas, 1986

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Una de hospitales

Soy de la opinión que cualquier lugar alumbrado por rayos potentes de sol, tiene su encanto. Más aún si ese lugar te acogió en sus brazos cuando no estabas en tus mejores momentos, pero si además influye un tercer factor como son las personas que te ayudarán a pasar por ahí y hacer tu estancia mucho más agradable se crea una mezcla, una bonita mezcla que al final terminará condicionando tu recuerdo en dicho lugar.

La foto fue tomada hace unos meses, antes de que llegara el verano, mientras esperaba el autobús de regreso a casa. Como se aprecia en el título de la entrada se trata de un hospital, donde he pasado una cantidad abundante de días de un año para acá.

Puede parecer, y parece extraño, que empiece un tema sanitario como lo he encabezado, pero todo tiene una explicación.

Repentinamente, como todas las cosas importantes de la vida, ocurren ciertas situaciones en las que te ves envuelta y no queda más remedio que aceptarlo, de una manera o de otra esa ya es cosa de uno mismo.



Yo por suerte, me he encontrado con una gente estupenda a lo largo de mi trayecto por mi hospital, tengo mil historias que contar, pero eso lo dejo para otra entrada más adelante. Y por suerte, me tocaron unos hospitales relamente acogedores, porque también me tocó viajar (como cualquiera que tuviese programada una operación imperial) y conocer otros hospitales que dejan un sabor de boca horrible, aunque fuesen los más lujosos del mundo, con los mejores cirujanos del mundo...no hay como estar en casa.

Gracias a mi tribu (y con el término tribu es como hablo de mi familia, una gran tribu que también tendrá una entrada en este blog porque son dignos de mencionar) y a todos mis amigos y amigas todo fue super fácil, sólo tuve que dejarme llevar y así fueron pasando los días, uno a uno, más fáciles los últimos que los primeros, ¡¡¡pero no se puede pedir todo !!!
También gracias mil a mis enfermeras que me cuidaron día y noche, mi gran celador que me hablaba aún cuando sabía que yo no podía contestarle, que me subía a las camas de cualquier prueba tuvieran la altura que tuvieran, mi elenco de médicos que no se pudieron preocupar más por la joven de la planta,mi super cocinera que me mandaba menús especiales siempre que podía, mis super compañeras de habitación que fueron como unas abuelas más de la tribu. Pero no puedo evitar ponerme triste aunque esté llena de buenas noticias y buenos acompañamientos...

No puedo evitar echar de menos al mejor médico de todos los que he conocido, y creedme que no han sido pocos, el más competente, el más amable, el más bueno, el más permisivo y el más comprensible. Ojo, con esto no quiero decir que no me alegre de que por fin haya encontrado su lugar...pero no puedo evitar emocionarme cuando pienso que ciertas noticias se merecía haberlas dado él, porque fue quien hizo que mi día a día sea pleno.


Gracias Germán Morís de la Tassa.

*

4 comentarios:

  1. Y como me alegro de esas buenas noticias k te dan mi pequeña bloguera. Siempre me acordare de hacerte reir el dia antes porque se que aunk fuera un momento tonto de risa sin parar algo te tubo k ayudar a relajarte. Y espero hacerte reir (o intentarlo al menos) durante muuuuucho tiempo, aunk sea a distancia :o)

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  2. Hombre por fin un blog de literatura, o no?
    Está chulo y se nota que tienes muchos kms de lectura.
    Yo no tengo tantos por que leo libros cortos. Mi primero fue "vuelva ud mañana"(11 páginas).
    Te sigo desde ya.

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  3. aunque yo seguí muy de cerca tu historia leyendotela a ti solo puedo decirte que me emociono,y que me alegro muchisimo que solo quede en una anecdota que puedas contarnos a todos con buenas noticias,ando pillada de tiempo pero no quiero perderme nada de lo que escribes!!u besito guapa

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