Mis Indios *

Me gusta cerrar los ojos, cuando la calma me invade, y pensar que estoy en un pueblecito tranquilo de la costa del Pacífico, cuando cae la noche y las estrellas nos cobijan, en la entrada de mi casita preferida, al lado de mi papito, lo puedo sentir al mecerse en su silla de madera, mi papito...
Quien tiene' más cuentos que contarme que García Márquez', y es el mejor momento del año, cuando está todo en silencio y nos dedicamos a hablar y a contarme cuentos hasta que casi me duermo sin darme cuenta.
Rutina de todos los veranos, bueno, los que puedo ir, desde que tengo cinco años.

Al día siguiente en pie en cuanto canta el gallo, aunque hay quien lleva despierta alguna hora más, como es mi mamita...mi mamita la matriarca, mi india favorita probablemente, un ser adorable, como ella no hay dos.
Levantarse, coger tu tacita de café y oler a Nicaragua recién despierta, y empieza el día y con él el desfile de escolares, uniformados, perfumados y bien peinaditos.

Entran en la casa todos mis primos pequeños antes de ir a la escuela a coger algún pedazo de pan para ir comiéndolo de camino y a recibir la bendición de todos los adultos que nos encontremos en la casa en ese momento.

Con un sol reluciente, un sol majestuoso, y de repente... una gran tromba de agua! No nos olvidemos que es época de huracanes y las lluvias son típicas, puede llover como si no hubiera mañana durante algunos minutos, pero pronto amaina y el sol continúa con su labor.

Aparece mi papito en escena, desayuna y agarra la bicicleta para irse a trabajar a la finca, donde él es feliz.

Y uno a uno entran en escena todos mis tíos, unos de paso, otros porque viven ahí.
Así nos da la hora de comer y a las cinco de la tarde reunión obligada en la Iglesia del Barrio, donde siempre estará alguna chavala del equipo de fútbol, de mis inseparables, con algún plan pero siempre con la pachorra caribeña, labor del gran sol, no hay prisa, sólo toca disfrutar.

Tres años a la espalda sin verlos ya pesan....

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